Federación de Mujeres de Sucumbíos

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Sin ellas la frontera viviría peor

Miércoles, 27 Junio 2012

Por LolaMora Producciones.

P1180554Sin ellas, sin las mujeres de Sucumbíos, la frontera norte de Ecuador con Colombia sería un lugar peor: peores las condiciones de vida para ecuatorianas y colombianas; peor la asistencia a víctimas de violencia de género; peores los servicios básicos para la población, las condiciones en la maternidad y en las escuelas. Más tristes los sepelios, más graves las violaciones a los derechos humanos de las mujeres de frontera.

 Este es el relato de lucha y resistencia de miles de mujeres de Sucumbíos, quienes en 25 años de vida organizada no han cesado en su empeño por denunciar  la “maquinaria machista” que mueve su hábitat, ni de proponer alternativas que apunten a la igualdad y a la justicia social, económica, cultural y política de su provincia. 

La violencia intrafamiliar, la violencia sexual, la física, la psicológica y la patrimonial; la desigualdad en el trabajo y en la distribución de tareas en la familia y la sociedad; la discriminación y el insulto; la trata y la explotación sexual de niñas y mujeres y la explotación laboral, son abusos y violaciones a la dignidad y los derechos de mujeres y niñas de los que la sociedad sucumbiense aún no se distancia, y hasta los considera normales. Pero desde hace 25 años, y cada vez con más consistencia y presión, la Federación de Mujeres de Sucumbíos los denuncia, obligando a la sociedad a mencionarlos, desde 2011 los registra y da seguimiento a través de un Observatorio de Derechos Humanos.

En el mes de julio, la Federación de Mujeres de Sucumbíos (FMS) cumple un cuarto de siglo de vida, 25 años creando equidades, construyendo la provincia desde la perspectiva de sus mujeres. Esta es la historia de la Federación de Mujeres de Sucumbíos, tan igual y tan distinta a otras historias de otras organizaciones de mujeres de otros muchos países…

Frontera norte

En mayo pasado, un comunicado del ejército colombiano informa a las comunidades ecuatorianas que viven a la vera del rio Putumayo que las fumigaciones con avioneta se reanudan; las minas antipersona regadas bajo suelo colombiano impiden continuar con la fumigación manual que, en los últimos años, realizaba el ejército de Colombia en su frontera sur, Departamento de Putumayo. El Observatorio de DDHH de la Federación de Mujeres se puso sobre la pista para obtener confirmación de la veracidad del comunicado ya que el riesgo es seguro: las poblaciones del rio van a sufrir mucho si la fumigación aérea se reanuda; las denuncias de las mujeres no tardarán en llegar al Observatorio.

kivufoonUn sistema de comunicación a través de SMS, recién instalado en la Federación, ayudará al Observatorio de DDHH y a las promotoras de Género a estar mejor comunicadas y a tener un mecanismo propio de alerta temprana, el sistema se llama Sucumfonía.

La acción del “otro lado del rio” y la respuesta del Observatorio de DDHH, con apenas un año de vida, muestran que para entender la frontera norte de Ecuador -aquella donde se sitúa Angostura, lugar bombardeado por Colombia, en 2008, para asesinar al comandante de las FARC, Raúl Reyes, entre otros- es recomendable conocer a la Federación de Mujeres de Sucumbíos. La FMS es un pilar fundamental de la provincia ecuatoriana, una de las fronteras más calientes, contaminadas y fumigadas del sur del continente desde 1998: año del Plan Colombia.

Coincidiendo con su aniversario, la FMS se mueve entre la profesionalización y el activismo y se debate entre la expansión y la contención a la que obliga la bolsa vacía que ofrecen los donantes. Pero, tal vez, lo crucial es que la FMS se enfrenta a su propio éxito en la provincia: “En algunos medios se mira a la FMS como feministas radicales, en algunas instituciones y autoridades se mira a la FMS como un estorbo porque hacemos cosas que creemos firmemente que estamos en la razón”, dice una promotora, y otra: “Es una organización que provoca miedo, temor… -Dicen: Con ellas no se puede, son feministas-. Los juicios por alimentos y las demandas contra el maltratador son las acciones que más impactan y, con los años, han provocado abierto rechazo en parte de la sociedad, aquella que mejor representa a la población colona, conservadora y machista.

 Un cuarto de siglo en la historia del oriente ecuatoriano

Hace 25 años, cuando Sucumbíos no era más que un enorme pozo de crudo, el primero del país en ser explotado, las mujeres mestizas colonas -que llegaron a la frontera norte desde el sur del Ecuador, donde la sequía había aslado sus campos- tomaron la determinación de reconstruir su vida en tierra de otros, en aquella selva húmeda, tan distinta de la natal. Estas mismas colonas son las que levantan, en los años 80, la organización popular de las mujeres, que habrá de acompañar y liderar las luchas sociales de indígenas y campesinos, pero fundamentalmente de las mujeres.

A finales de la década de los 70, y con la Misión católica Carmelita de la mano, las mujeres empiezan a reunirse en los “costureros”, pronto este espacio se convierte en el lugar donde compartir los problemas de la casa, del barrio… Las conversaciones en los costureros se van “haciendo profundas”, se analiza la realidad de las mujeres, se habla de política, de reivindicaciones, de derechos laborales, económicos, sociales… Poco a poco comienzan a plantear la necesidad de la igualdad frente al machismo y se revelan, por primera vez, relatos de violencia a manos del marido, tío, padre, hermano, profesor, jefe…

En la década de los 80, Sucumbíos es una provincia alejada de la capital del país, incomunicada, abandonada por las autoridades que solo recuerdan aquella tierra como el suelo del que extraer el Oro Negro, el saco inagotable de riqueza del Ecuador. Las mujeres de los costureros, igualmente aisladas, incomunicadas y olvidadas, dan un paso definitivo: salir a manifestarse por las calles de la ciudad Lago Agrio (llamada así por los lagos contaminados por los derrames de crudo), son sus primeros “8 de marzo” y “25 de noviembre”.  “Entonces éramos cuatro peladas, y la gente al pasar nos llamaba de todo… que si carisiñas (prostituta o vaga), que si vuélvanse para la cocina” (testimonio de Miriam Martínez, una de las fundadoras de la FMS, en el vídeo Nunca se Supo: Mujeres de Sucumbíos contra el olvido). Que las mujeres se tomasen las calles, con pancartas y lemas propios, y saliesen de sus barrios y recintos hasta la ciudad, para manifestarse por la libertad, contra la violencia y el machismo, fue un cambio trascendental y un punto de no retorno en la historia de Sucumbíos.

Esta organización de las mujeres, en grupos barriales, con clara conciencia de cambio y de movimiento popular, íntimamente ligado a la teología de la liberación, realiza un gran aporte a la historia de paros petroleros del Nororiente del Ecuador, que inicia a fines de los 80 y que puso en jaque a los gobiernos en varias ocasiones.

En 1987, las mujeres populares crean la Federación de Mujeres de Nororiente y en 1996 viene el actual nombre: Federación de Mujeres de Sucumbíos. Hoy la FMS cuenta con 110 organizaciones locales y unas 1.200 socias de todos los cantones de la provincia.

Aquel 1987, un terremoto destruye la carretera Lago Agrio-Quito. La población toma el control del oleoducto para exigir la reapertura de la única vía de comunicación con la capital. En 1992, durante las manifestaciones por los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, tres mujeres murieron y siete fueron heridas. En 1993, de nuevo las mujeres exigen justicia, en esa ocasión se toman las oficinas del Programa de Rescate Infantil, conocidas como guarderías comunitarias, no desisten hasta que el coordinador provincial es sustituido y los centros reabiertos. Las mujeres organizadas de Sucumbíos también se sumaron a la movilización contra la reforma agraria (año 1995) y a las manifestaciones en todo el país para expulsar al Presidente de la República, Abdalá Bucaram. 1997, desde todas las provincias amazónicas de Ecuador se realiza una marcha a pie hasta Quito “por la Amazonía, el petróleo y la vida”, donde la presencia de mujeres organizadas -entre ellas las de Sucumbíos- fue determinante, como lo fueron sus contribuciones en la Asamblea Popular Constituyente y en la elaboración de la Carta Política Popular (Constitución).  

 Nuevo siglo, nuevas luchas

La provincia entra así, con protestas y exigencias de derechos, al siglo XXI. En 2005, las mujeres inician una huelga de hambre para exigir inversiones para el desarrollo de la provincia y sus habitantes; el ejército y la policía las reprimió duramente y los medios de comunicación nacionales se hicieron eco de la protesta. Finalizando el 2010, la FMS abandera, junto con otras organizaciones sociales, la defensa de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos (ISAMIS), aquella iglesia con la que dieron inicio los costureros. La tenacidad y la estrategia de las organizaciones, sumado al apoyo nacional e internacional, logran la expulsión de los medievales Heraldos del Evangelio, secta ultraconservadora de la Iglesia católica que remplazó a los carmelitas, tras la expulsión de estos últimos por el Vaticano.

La FMS, donde “no estamos solas, estamos todas”, se define como una organización popular de mujeres, feminista. Desde la FMS luchamos para tener un Estado que invierta en nosotras y en nuestro bienestar; un Estado que prevenga y atienda la violencia contra las mujeres, porque sólo así hay posibilidades reales de un desarrollo sostenible e integral para toda la sociedad ecuatoriana (manifiesto 25 noviembre de 2011). 

En la actualidad, la FMS tiene una Casa de Acogida para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar o de género (una de las cinco que hay en Ecuador), espacios para el cuidado y recreación de sus hijos e hijas, y el programa de atención integral a mujeres refugiadas de Colombia. La FMS dirige un programa de Alfabetización y Educación para mujeres adultas, donde también estudian hombres. Tras siete años recorriendo las comunidades más apartadas y aisladas de todos los cantones, aproximadamente 350 mujeres han obtenido el título de Bachiller y más de 700 el título de Educación Básica. La Escuela de Incidencia Política y la Escuela de Promotoras de Género son dos pilares fundamentales de la FMS desde donde se hace presión para que las políticas públicas tengan enfoque de género, oficinas de la mujer, presupuesto para los planes, etc.

Hace años eran la Lavandería Popular y la Panadería, hoy son las Cajas de Ahorros con Enfoque de Género y las Tiendas Comunitarias (en cinco comunidades del rio Putumayo) los proyectos que impulsan la autonomía en las mujeres víctimas de violencia y la libertad de las mujeres organizadas, socias de la FMS.

Sucumbíos queda constituida como provincia por una ley de 1989; mucho antes, las mujeres organizadas iniciaron una lucha por sus derechos que vela por la seguridad en la frontera y que continúa trabajando para su transformación en un lugar mejor para vivir.